Brincando por linkedin, leyendo posts, artículos, perfiles, recomendaciones y comentarios, me ha venido a la memoria algo que me ocurrió, hace ya unos cuantos años, en una excursión familiar. Fue en Pasajes. Para pasar de una orilla a la otra – de San Pedro a San Juan – embarcamos en una pequeña barcaza de aquellas que hacen pop-pop-pop-pop y van muy despacio por su madera hinchada de tanto beber agua y las infinitas capas de pintura. El trayecto es muy muy breve, tan solo unos minutos y es plácido porque el mar no se mueve nada dentro de la ría. Justo en mitad del trayecto mi abuela, que nunca había subido a un barco, al verse en mitad del agua se sitió muy agobiada y empezó a ponerse nerviosa. Intentamos tranquilizarla pero no lo conseguimos y su nerviosismo fue en aumento hasta que, en su desesperación, se levantó y le gritó al barquero…
-Que paren el barco inmediatamente que me bajo aquí mismo ..( Aquí mismo era en mitad de la ría.)
El hombre la miró y sin decir palabra, levanto su mano y luego la bajó despacio para pedir a mi abuela que se sentara. Ella, ante esa «orden» del capitán, se tranquilizó y un par de minutos después estaba en tierra firme.
Durante muchos años reímos recordando esta historia.
He recordado esto precisamente navegando en esta barcaza que es linkedin al comprobar la cantidad de recomendaciones interesadas que no interesantes, de información compartida que no es interesante o a mi no me interesa. O lo fácil puedo recomendar yo con solo hacer un clic simplemente por agradar a alguien que a lo mejor ni se entera, o si se entera pero le da igual. Y también descubrir la cantidad de cosas que si me interesan pero que seguramente ni siquiera se que existen porque hay exceso de información y solo el tiempo de seleccionarla ya es excesivo con lo cual tampoco sirve de poco (o de nada) ser exigente. Y si, además, hacemos lo mismo en facebook, Google+, twitter etc, ya es absolutamente inabarcable.
He sentido lo mismo que mi abuela y he tenido la tentación de «bajarme». La sensación de que no puedes con toda la información pero que si no lo haces te quedarás fuera del juego y ya no podrás volver a entrar, es realmente agobiante. Ninguna de las dos alternativas me soluciona las cosas. Lo mismo que mi abuela en la ría de Pasajes si me quedo me agobio, y si me bajo, me ahogo.¿Qué qué hacer entonces ?
Para mi, la situación ideal es conseguir no depender de las redes y participar para aportar y obtener contenidos, no como necesidad sino como una consecuencia. Muy en relación con este nuevo tiempo en el que primero hay que dar para después recibir pero no como objetivo, esperando algo a cambio, un «pago» en forma de clientes, contratos o proyectos, sino como consecuencia espontánea.
Si cierro los ojos e imagino que ya he alcanzado esa relación con con linkedin y las demás redes siento una sensación muy agradable y nada agobiante. Das contenido, porque quieres compartirlo, pero sin espera nada a cambio. Es lo que podría llamarse «el altruismo como inversión». Es mi puerto de desembarco, si lo consigo.
Y a ti ¿te atrae esta idea? y, si te atrae, ¿Te lo puedes permitir?